He decidido parar.

Mi entorno iba a un ritmo que yo no podía seguir. 

Y tampoco encontraba mi propio ritmo.

Esta es una conversación en mi cabeza que se ha repetido muchas veces. 

"¿Qué estoy haciendo" como frase recurrente.

Por inercia seguía caminos que no me aportaban nada. 

No paraba de hacer cosas, muchas sin acabar, pensando que era algo que necesitaba.

Es difícil cerrar etapas, pero aveces es necesario.

Hay trenes que no esperan si no estás preparado, siguen su recorrido.

Y entender esto último es lo que más me ha costado.

Cuando las cosas no salen, se intentan y, si no, se intentan otras.

El mundo no para cuando paramos nosotros.

Por eso, es importante entender que podemos subirnos a otro tren cuando decidamos seguir.

Hay otras oportunidades, otros momentos, otras personas.

Hoy paro, pero paro para disfrutar de lo que no puedo cuando la mente va en otra dirección.

Para ello, he tomado muchas decisiones.

No os asustéis, soy yo.